¿Que te decían mis ojos? Me preguntas. Yo realmente no se que responder. Parecían hablar un idioma distinto. Lejanos al español tuyo y al inglés mío.
Decían mírame, pero no demasiado. Déjame sentirme especial y admirada, experimentar la sensación de tus ojos por mi piel. El baile de tus pupilas por mi pelo. Pero no me observes con tanta insistencia, no permitas que me sienta yo tan tuya que no pueda contenerme.
Dicen háblame, pero no me lo digas todo. Déjame escuchar tu delicioso acento, las mil maravillas que tienes por decirme, que me pierda en el inmenso mar de tu voz. Pero no me digas todos tus secretos, no permitas que mi presa se desborde.
Dicen bésame, pero no en este momento. Déjame disfrutar por horas eternas de este preludio. Que este prologo se haga eterno. Que estas ganas no desaparezcan. No me beses aun, para que el deseo de tus labios me perdure por siempre.
Dicen tócame, pero aun no me hagas tuya. Que solo pueda sentir el roce de tu mano con la mía. Tus dedos jugueteando con mi pelo y delineando mis labios. No me tomes aun, déjame sentir mi cuerpo presionado contra el tuyo, derretirme ante la calidez de tu pecho.
Decían, tus ojos decían tantas cosas. ¿O eran quizás los míos los que estaban hablando?