Monday, December 11, 2006

I

Seguimos en decadencia. De los tiempos lejanos recordamos solo aquellos que, por la distancia, ahora se presentan ante nosotros como épicas batallas del antaño, aun cuando el resultado haya sido siempre la derrota. No volvemos la vista atrás. No porque nos duela recordarnos, sino porque pensamos, ilusamente, que el futuro nos deparará la sorpresa del bienestar, que de pronto entraremos en el reino de los cielos a pesar de siempre haber sido pecadores.
Nos pasamos la noche anterior contando nuestras monedas, las sobras de cien años de trabajo que guardamos con la esperanza de algún día comprarnos algo, a pesar de que sabemos que no nos es permitido entrar en el mercado.
No es que vivamos de recuerdos, vivimos de ilusiones y eso, a veces, es la mayor de las maldiciones. Esa esperanza que nos obliga a seguir sufriendo la realidad de cada día. El sueño de algún día cambiar, metamorfearse en algo mejor.
Somos cobardes por no habernos atrevido al escape. Por no dejarnos llevar hasta el final de los latidos con nuestras propias manos. Por no permitirnos, por mediocres, el último gusto de un final grotesco e íntimamente violento –somos más cobardes aún por concebir la idea romántica e idílica del suicidio y no permitirnos verlo como lo que es: la menor de las valentías

Así que aquí nos quedamos, quietecitos y viendo la vida pasar, con un pasado que hemos engrandecido y un futuro que nunca será del tamaño que lo queremos. Esta mediocridad de todos los días se nos ha metido en la sangre y, sonrientes, no atinamos mas que a dar gracias por estar vivos un día mas.

II


So I decided not to move. To stay motionless and peaceful. Frugal attempt to conceal my inner demons. I could hear the voices begging for action yet I moved not. Freezing rain smashing on my back, temperature dropping and shivering knees. Yet I moved not. I wasn’t looking for pain nor answers. I only sought a minute with myself. A reminder that this psyche lives within a mortal body. An occasion to realize I can travel with my mind to wherever I want to but it would all be futile if the body is not coming along.

III

So go ahead and shoot me. You’ve already got the revolver on your body. Go ahead. Take me. Isn’t this how you were hoping to finally get me?

IV

I’m coming back for more. Do not believe the rumors that I have left for good. I will be there when sunshine is dead to bestow upon you the pleasures that you have only dreamt about. I am coming back for more. Last night was just not sufficient. How do you pretend to put out a two year-old fire with a bucket of water? I am coming back for more. This time you will not try to control it but rather spread the flames to allow the burning sensation to overcome you, to take you by surprise till there are moans and not words coming out of your mouth. I am coming back for more, only this time you will not ask me to go away but to come again with you.

V

Has malgastado la pólvora en infiernitos. En llamaradas de petate que no alumbran ni los nacimientos. Se te olvido mirar a las estrellas de tanto pasártela tirado en el suelo. ¿De que te sirvieron las mil musas si al final no supiste retener ninguna? Sabe el tiempo que no quieres nada y que solo puedes saborear los principios que ahora nos parecen eternos.

VI

Siempre el mismo despertar. Aquel que conlleva los recuerdos de algo que todavía no se aleja. Nos hemos detenido de repente sin permitirnos explorar más de lo que quizás pudiera no gustarnos. Llega el momento en el cual todo lo que sabes ha pasado a pasar parte de tu ignorancia. No es que el blanco se convierta en negro. Es que aun los colores han decidido no serlo más. Se ha cambiado el concepto. Tu permaneces intacta y sin moverte buscando tan solo el escondijo de tu s memorias.

VII

Se desenvuelve en primaveras la ansiedad de saberte lejos. Son otoños compartidos lo que no volvemos a saber. Revolver llevas sobre el cuerpo. Aquí es donde no puedo ya mas determinar el movimiento de tus excusas y de tus consecuencias. Sabes cuanto te necesito y prefieres la gastada estrategia de no pensar en nosotros sino en ellos. ¿Cómo piensas encontrarme al final sino puedes detenerte?

Ivanovish


Friday, December 08, 2006

“Vivir sus deseos, agotarlos en la vida, es el destino de toda existencia.”
Henry Miller

El deseo, ya sea experimentado en forma carnal o no, es uno de los sentimientos sobre los que se ha pretendido establecer mas limitaciones a través del paso de los años. Así como la tristeza es hasta cierto punto reprimida en los hombres (los machos no lloran), y la alegría desbordada lo es en las mujeres (debes de comportarte como una señorita), al deseo se le han fijado un sin número de trabas que le piden reprimirse en sociedad. El pecado original es el pecado del deseo. Aun los propios mandamientos seguidos por la iglesia católica incluyen dicha prohibición: “no desearas a la mujer de tu prójimo” (¿y las mujeres si pueden desear al hombre de la prójima?...ese machismo tan enraizado en nuestra cultura que pretende mostrarnos que la única persona capaz de cometer adulterio es el hombre, -porque a su vez de alguna forma le esta permitido hacerlo) El deseo, pues, nos viene desde el nacimiento. Nacemos por el deseo entre dos personas, la manifestación carnal de un sentimiento interno (aunque muchas veces se da la carnalidad sin sentimiento alguno). El deseo es una intención que se desborda. Que se transmuta de sentimiento a palpitaciones, a miradas directas que nos viaja del corazón a la piel. Pero, ¿y que pasa cuando el deseo se logra, cuando ese objeto de intención es alcanzado finalmente? ¿El deseo permanece siendo deseo una vez obtenido? ¿o se transforma en alguna de sus variantes, como la lujuria? Aunque es verdad que no solo deseamos carnalmente (el deseo de hacer el mal, por ejemplo, es también muy poderoso) para este mini escrito me voy a concentrar en el deseo físico. En esa sensación que nos recorre al percatarnos que queremos algo. Que nos gustaría tenerlo, o tocarlo, sentirlo. A través de los años hombres y mujeres han sabido utilizar el arte del deseo para provocar reacciones o conseguir frutos. Y aun cuando los hombres nos creamos los dueños de la seducción, la verdad es que es la mujer quien lleva la batuta. Dos verdades: uno, la mayoría de las veces es la mujer la que realmente decide quien la va a seducir; dos, siempre deseamos mas a la mujer que aun no hemos conseguido. Con esto en manos, las mujeres han sabido controlarnos y enloquecernos hasta llegar al grado de hacernos pensar que somos nosotros, los hombres, quienes decidimos todo lo que tiene que ver en ese renglón del deseo. Nunca jamás. Pero a su mismo tiempo, en la manera en la que comprendemos esa verdad es que nos podemos convertir en mejores seductores. El doble juego de saber quien esta dispuesta y dejarla que sienta que ella es la que manda (mientras así convenga a nuestros intereses). Ahora bien, el misterio del deseo es que no permanece estático (nada en esta vida lo es) pero las evoluciones del deseo son muchas veces incontrolables. El desear un beso de aquella mujer que nos apasiona nos puede llevar a realizar un sin fin de malabares con tal de conseguirlo... ¿y luego que? ¿Nos daremos media vuelta ara desear algo mas? ¿o acaso el primer deseo cumplido nos llevara a considerar, a crear, a evolucionar en un deseo mas? Por eso, las mejores pasiones son aquellas que se forjan a fuego lento, con deseos que se intercalan y se incrementan con cada consecución. Aunque, digámoslo así de frente, de vez en cuando no esta nada mal quemarse en una de esas hogueras que solo son temporales. Solo hay que saber con quien quemarse. Me retiro ya. Que ahora mismo lo que deseo no es escribir acerca de los deseos, sino vivirlos, agotarlos en vida.
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C dice: Oiga que usted ya nunca va a postear nada?