El viento, me dijiste. El viento, míralo cuando ya no este. Cuando me recuerdes un poco, sal a mirar el viento. Solo ahí es que me encontrarás. No supe que decir. Siendo honestos, ni siquiera lo comprendí. Lo cargué a la cuenta de todo lo que se dice al momento de la partida. Las cosas que se dicen sin tener sentido. Te alejaste. Quizás te fuiste para siempre. Tu recuerdo incluye cien orgasmos, dos mil creaciones, y, por supuesto, tus besos líquidos por millones. Hoy simplemente no podía con tu recuerdo. Todo lo que hacia te invocaba. Todo lo que tenia me recordaba a ti. Salí de la oficina a despejarme, a liberarme de tu maleficio Vudú. La mente embotada. En el recuerdo lo eras todo. El viento me pegó en la cara. Frío. Helado. El viento, me dijiste. Míralo cuando ya no esté. Dos mil cuatrocientos sesenta y nueve recuerdos en unos cuantos segundos, Tu. Yo. Nuestro amor de otras vidas. Quien pensaría que un viento helado de enero podría producir una erección tan inmensa? El viento. Míralo. Me dijiste. Eras el viento helado. Acariciándome por todas partes. Eras tu, everywhere. Tarde fría de febrero. 32 grados Fahrenheit.
-Ivanovish-