Saturday, February 18, 2006

“¿Así que quieres que baile para ti?” Me preguntas mientras te llevas la copa una vez más a los labios. A pesar del ruido de la música y el ambiente poco familiar –esta fiesta que no se ni de quien es y a la que he venido solo porque me has dicho que ibas a ponerte ese vestido que usaste la noche de año nuevo (si ese vestido negro con las flores rojas)- alcanzo a percibir algo de malicia en el tono de tu voz. “Pues ten cuidado con lo que deseas... porque se te puede convertir en realidad” rematas y te alejas caminando lentamente. Mueves las caderas al compás de la música y dejas que te admire, o ¿es acaso porque sabes que te miro que te alejas caminando tan provocativamente? Me quedo observando a las demás personas que hay a mi alrededor. La verdad es que no conozco a nadie. Es una mas de esas fiestas de universidad en las que uno se imagina que pasan toda clase de desmanes y que, sin embargo, al final terminan solo siendo unas borracheras tremendas. Me entretengo por un rato viendo a un grupo de jóvenes tomando cervezas de hidalgo con un embudo. Cuando estoy a punto de ser el siguiente en tomar una cerveza así te me acercas por la espalda. Te arrimas demasiado a mi, siento tu cuerpo repegándose al mío, tus pechos en mi espalda, tu voz en el oído: “Hey, ven conmigo, tengo algo que decirte” Esa cercanía de tu cuerpo a mi, algo completamente anormal en tu comportamiento, debió de haberme dado un indicio de tus planes maquiavélicos. Pero yo, eterno distraído, simplemente no me percaté de inmediato. Me pides que te acompañe y me tomas de la mano (otro indicio más) y caminas frente a mí guiándome mientras contoneas dulcemente tus caderas. En mas de una ocasión volteas a verme y me sorprendes mirando el movimiento que lleva tu falda. Y sonríes. Me regalas esa sonrisa que es mezcla de angel y demonio que tan solo yo te conozco a la perfección. Aun así, continuo siguiéndote completamente ajeno a lo que se me espera. Sigo pensando que tienes algo importante que decirme y que me guías a través del mar de gente hacia algún lugar donde podamos charlar. Llegas a un cuarto y te metes. Cierras la puerta con seguro, una señal mas que decido ignorar. Me repites la frase, esta vez mirándome a los ojos: “¿Así que quieres que baile para ti? Dime, ¿Cuántas veces me lo has pedido ya?”. Quiero contestarte pero no puedo reaccionar ya que siento tus manos bajar por mi pecho. Abres mi camisa de un tirón y escucho los botones desprendidos que caen al suelo. Tu mirada es aquella de una mujer en control, que sabe lo que hace, así que yo me dejo guiar por lo que sea que llevas en la mente. Me quitas la camisa y tomas el cinturón en las manos. Me miras a los ojos todo el tiempo. Esa sonrisa tuya una vez mas. Me bajas el pantalón de una sola vez, junto con mi ropa interior. Mi erección salta inmediatamente. Me miras con detenimiento. Me dices lentamente: “Siéntate en ese sofá”. Al principio pretendo preguntar el porque de todo esto, sin embargo la situación, el saberme a tu merced me excita tanto que no puedo mas que seguir tus ordenes. Solo alcanzo a decir: “O sea que quieres que me siente en ese sofá completamente desnudo?” “No, como crees que completamente desnudo, ten, ponte mi sombrero” Me contestas. Reímos nerviosamente. Me coloco en el sofá, desnudo y erecto esperando por lo que sea que vaya a venir. Tú tomas mi ropa y con rapidez la avientas por la ventana. Nuevamente intento reclamar, pero sigo presa de la novedad del momento, no quiero decir nada para no estropear lo que sea que tienes planeado. Me dices: “Esto es muy sencillo. Yo bailo. Tú me ves. Yo te puedo tocar. Tu no. Tienes que poner los brazos abiertos sobre el respaldo del sofá. Si te mueves, me voy. Si intentas algo que no quiera, me voy del cuarto y tu ropa no esta aquí si que no podrás seguirme... ¿entendido?” De nuevo esa sonrisa tuya. Sabes que me excita todo el asunto y que me quedaré quieto tratando de ver hasta donde llegarás, de ver si eres tú la que al final de cuentas termina rompiendo las reglas. Siempre nos ha gustado jugar a descubrir nuestros límites, a ver hasta donde podemos llegar en este juego de seducción, es la eterna pelea por ver quien se atreve a más, quien es mas creativo, mas extremo. La música de la fiesta suena a través de las paredes y en cuanto trato de identificar si eso que suena es rave, industrial o electrónica, tu comienzas a mover tu cuerpo al vaivén de la música. Es entonces cuando no escucho nada más, la música solo es fondo a la sensualidad de tu cuerpo bailando enfrente de mí. A pesar de que el cuarto esta a oscuras, la luz que entra por la ventana es suficiente para dejarme ver tus formas de mujer contorneándose rítmicamente. Te juntas contra la pared y te mueves como si bailaras con ella. Tu vestido negro, si ese que usaste la noche de año nuevo, hace contraste con la pared blanca lo que me permite reconocer mejor tus curvaturas en la oscuridad. Es tu cuerpo una danza erótica en la cual se me olvida por un segundo que yo me encuentro como espectador increíble, sentado en un sofá de una casa desconocida, con una erección que ya es mas que enorme y con mi ropa que ha sido tirada por la ventana. Tu te pierdes en el baile, la visión es tal y como siempre la imaginé: una danza en donde parece que te seduces a ti misma, donde bailas para ti y dejas que los demás simplemente disfruten de mirarte, que se imaginen lo que quieran, que se exciten mirándote, que creen sus fantasías perversas, pero a ti que te dejen bailar, que te dejen gozar del ritmo en tu cuerpo. Me llega la desesperación por no poder/querer moverme, me quedo quieto porque a pesar de que tienes los ojos cerrados la mayor parte del tiempo, en ocasiones los entreabres para comprobar que sigo en la posición que me has ordenado. O quizas los abres para ver si mi erección ha crecido aun más. Te echas el pelo sobre el rostro y te acercas un poco mas para bailar justo enfrente de mí. Estas a un metro de mí y bailas como si trataras de provocarme, como si quisieras ver hasta donde aguanto antes de lanzarme sobre de ti. Mi desesperación y lujuria se nota en mi respiración, puedes ver mi pecho que sube y baja en estado de completa cachondez. Tenso los músculos al máximo para contenerme. Te miro intensamente. Tu, que me miras a lo ojos, solo sonríes y te muerdes los labios. Maldita. Sabes como enloquecerme aun más. Decido no moverme. Aguantar, a pesar de que me muero de ganas por echarme encima de ti. Te llevas las manos a la cintura y comienzas a tocarte, te las pasas por los brazos, el cuello y el rostro. Puedo ver tu lengua jugueteando con los dedos de la mano. Con la otra mano te levantas un poco la falda y puedo ver tus rodillas y el nacimiento de tus muslos. El pelo te cae sobre el rostro y puedo ver tus ojos mindome. Nos observamos el uno al otro, como retándonos a continuar, a ver quien es el que se detendrá primero. Comienzo a sudar. La respiración se me agita aun más y tengo todos los músculos del cuerpo contraídos. Cuando pienso que no te animaras a continuar con esta tortura, das un paso hacia mi. Siempre me sorprende darme cuenta hasta donde puedes llegar. Te sientas en mis piernas mientras sigues aun con el ritmo de la música. Acercas tu vientre al mío y la tela de tu falda toca mi erección. Un escalofrió me recorre la espina dorsal. Bailas sentada en mi regazo, con una mano en el rostro y la otra que recorre la curvatura de tus caderas. Me miras y te deleitas en observar toda la excitación en mis ojos, en ver como no se a donde dirigir la mirada, si a tus piernas que se muestran a través de tu falda levantada, hacia tus brazos que se mueven sobre tu cuerpo al compás de la música o hacia la cachondez de tu rostro donde el pelo te cae como cascada. Sabes como me tienes y, perversa, decides lanzar el último ataque para terminarme: “¿Así que querías verme bailar? ha? ¿Esto es lo que deseabas? Apuesto a que ahora deseas ver como me toco, como me llevo las manos a los pechos y los acaricio” me dices esto y pones ambas manos a la altura de tu pecho y te tocas por encima de la tela. Puedo notar tus pezones erectos y ver como te acaricias en círculos y como les das pequeños estirones. “¿Apuesto a que también quisieras ver como me meto la mano por debajo de la falda y dentro de mi tanga? Ha, ¿También te gustaría ver eso?” La excitación me tiene paralizado. Enmudecido, tan solo veo como te llevas una mano del pecho hacia el vientre y la metes por debajo de tu falda y dentro de tu ropa interior. Comienzas a tocarte lentamente, aun moviéndote al ritmo de la música. “Apuesto a que así es como me imaginas tantas veces, que esto es lo que imaginas que hago en mi habitación debajo de las sabanas después de ver las fotos que tu me envías, que cierro los ojos y me dejo llevar pensando en ti e imaginándome que me miras, que presencias las perversiones que me provocas” Te tocas más rápido y tus movimientos son ahora circulares, ahora ya no siguen el ritmo de la música sino el ritmo de tu propia excitación, el ritmo que te provoca la persecución de tu orgasmo. Estas tan cerca de mí que al mover tu mano por dentro de tu tanga rozas con ella mi erección. Siento la tela de tu vestido caer sobre mis piernas y la calidez de tus piernas contra mis caderas. Sudo a montones y sigo crucificado al sofá. Las sensaciones son todas tan nuevas que no puedo dejar de explorarlas. Sabiéndome en agonía te lanzas por la estocada final: “Apuesto, Ivanovish, a que nada se te antoja mas en este momento que tomarme por la fuerza, tirarme en el suelo de un empujón, ponerme a gatas y hacerme tuya con violencia, tratarme como tu putita, desquitarte de toda esta excitación que te estoy provocando y penetrarme hasta que te vengas dentro de mi” Aumentas el ritmo de tus movimientos, colocas una mano en mi nunca y me jalas el pelo mientras la otra mano aumenta su ritmo dentro de tu ropa interior. Mueves tus caderas como si te penetrara, como si me cabalgaras con ímpetu. Por tu respiración y el ritmo de tus movimientos noto que se te aproxima un orgasmo, tu rostro esta a tan solo centímetros del mío. Observo tu cuerpo encima del mío, tu pelo cayéndome sobre el rostro, el sudor que te resbala por el cuello, tus pezones erectos debajo de la tela, tu vestido negro, si ese que usaste en la noche de ano nuevo, a la altura de tu cintura, tu mano derecha dentro de tu tanga negra, tus dedos dentro de tu sexo. Mueves tu mano con mas rapidez a la medida que el orgasmo se avecina y de esta forma rozas con la tela de tu tanga mi sexo erecto que esta a punto de estallar. Abres los ojos. Me miras. Dices mi nombre tres veces. “Ivanovish, Ivanovish, Ivanovish”. Te vienes sobre de mi, siento las contracciones de tu orgasmo recorriéndote las piernas, el vientre, y haciéndote arquear las espalda. Tus gemidos se me cuelan por el oído y me viajan en punzadas hasta el vientre. Me vengo, llenando con mi orgasmo todo mi vientre. Me abrazas. Me besas con ternura. ¿Es este acaso el primer beso que nos damos? Las palabras sobran y por minutos que parecen horas quedamos inmóviles sintiendo como la temperatura de los cuerpos regresa a la normalidad. Te levantas y dices algo acerca de ir por mi ropa. Me miras a los ojos y antes de salir dices: “¿Así que también quieres que te cante una canción al oído? ten cuidado con lo que deseas.....”

Ivanovish

8 comments:

Anonymous said...

Aaahhhhh Ivanoviiiiishhhh, no inventes! te pasas malditooo, no escribas cosas asiiii, nomas haces que le den a una ganas de hacer cosas malas! No se a quien le dedicaste este post, pero esta bueno bueno buenisimo! Me encanto el hechod e que es ella la que tiene el control de toda la situación, que rico poder tener a alguien asi a tu completa merced!

Anonymous said...

Wow.... caray justo cuando pienso que como ya has escrito tantos post eroticos ya no se te puede ocurrir algo mas....zas! te avientas uno asi que la verdad deja a uno con ganas de salir a buscar un amigo para invitarlo a una fiesta donde haya un cuarto con un sofa! Y si, lo mas rico del relato es que ELLA es quien tiene el poder! :-)

Fabiola said...

Que relato tan mas vívido... aunque eso de bailar frente a alguien desnudo sentado en un sillon me parece graciosamente familiar :P

MexicanMuse said...

Quiero ...

lo peor de todo es que me pongo a pensar... "que ira a pasar en Agilarte?" :-l

Anonymous said...

así es esta es tu forma de decirme "sigo aquí", yo también sigo aquí, detenida en un tal vez iré, intentando responder a esa pregunta (q dirías si te digo q estoy muy cerca y q quiero q vengas a buscarme?)y cuando creo tener una respuesta clara atacas llenado mi mente y mi cuerpo con los orgamos q me debes...

Monchis said...

Como le diría mi pa a mi hermano:
abusado hijo, abusado¡

Buen NOte

Mientras yo, me quedo con el vino

Anonymous said...

me vestí de escarlatta sólo para ti, para tomarme muchas fotos y aventarlas en tu cara de demonio.
me toco sólo para ti, para recorrer el camino que tus manos trazaban en mi piel y no olvidar la sensación que tu lengua provocaba al bajar por mis colinas.

Anonymous said...

Andale Novish... así andabas!!